Con la consigna de “construir un Uruguay nuevo”, la Fundación Friedrich Ebert en Uruguay y un grupo de artistas intercambiaron comentarios y presentaciones el viernes 11 en la sala Delmira Agustini del teatro Solís. El murmullo expectante se extinguió repentinamente con la entrada de una joven vestida de enterito amarillo. Traía un canasto con una tela y varios palillos colgados. Atinó una danza y se acercó al micrófono: “Escribí este poema en agosto de 2012. Acababa de llegar a Uruguay y era invierno”, dijo. El evento #EsDeAcá: más que la suma de las partes comenzó con la intervención de Estíbaliz Solís, esta joven que compartió en poemas su experiencia como migrante en Uruguay.
El final de la performance dio lugar a un panel que abrió Valeria España, abogada y autodefinida “transterrada”, que según el promotor del término, José Gaos, es quien estando fuera de su país se siente “empatriado” en otro. La moderadora y expositora puso en clima a los presentes con una serie de cuestionamientos y reflexiones. “Las migraciones no se entienden en un sentido unidireccional”, sentenció, “queremos rescatar la perspectiva política; cómo nos interpela”. España llamó a recordar las veces que preguntamos “¿de dónde sos?” al escuchar un acento distinto al uruguayo. “Uruguay es parte de la historia de los migrantes y es parte de nuestra historia común”, dijo, “acá estamos construyendo un Uruguay nuevo”.
Las sillas que rodeaban a España se llenaron con el resto de los expositores: el músico Luciano Supervielle, el escritor Pablo Casacuberta y la diseñadora gráfica y concejal vecinal del Centro Comunal Zonal 5 de Montevideo Mariana Cattoi. España invitó a hacer una primera ronda de presentaciones.
El primero en traer sus memorias al salón fue Supervielle, que contó sobre su infancia y adolescencia entre Francia, México y Uruguay. El músico destacó el aporte que la diversidad cultural hizo a su carrera artística: “Tenía que usarlo a mi favor”, confesó. También recordó la primera vez que se sintió extranjero en su Francia natal y reconoció que fue entonces que se dio cuenta de que “era uruguayo”. Casacuberta, por su parte, debutó como migrante durante el exilio de sus padres a causa de la última dictadura uruguaya. El escritor contó que ellos le transmitieron en México una “construcción nostálgica” sobre Uruguay que lo decepcionó cuando regresó. En su vida, el artista fue migrante muchas veces más y resaltó que no es algo que “padezca”, sino que es lo que le “tocó vivir”. La última en presentarse fue Cattoi, que introdujo una perspectiva distinta. “Soy mujer, migrante, de Brasil, feminista y de izquierda”, dijo, y con un gesto dejó que los escuchas interpretaran lo que esto significa.
Sólo una raza, la gran raza humana
Desde el inicio los panelistas comenzaron a cargar de contenido político sus perspectivas sobre la migración. Cattoi señaló que su la suya “es una experiencia de privilegio” y, aunque todos los presentes compartían ciertas características de clase social, color de piel y bagaje cultural, coincidieron en que no se puede salir ileso de esta vivencia. La moderadora, que también participaba, introdujo el concepto del “otro”, el diferente. La “exoticidad del extranjero”, planteaba, genera una barrera con el migrante.
“Se ve [a los inmigrantes] como trabajadores dóciles”, dijo España. Antes de comenzar había leído una serie de comentarios extraídos de un foro en el que la xenofobia se desprendía con odio de varios comentarios. Casacuberta también se refirió a la xenofobia y dijo que, en su opinión, “el Uruguay de brazos abiertos es una idea fundacional pero no una realidad”. La xenofobia opera de muchas formas, comentó España, y a veces como “aplastador de diversidades”. También resaltó que “todos tenemos una historia que contar, pero eso no nos define”, y que “uno puede olvidarse de su pasado con tal de generar asimilación con el presente”. Por su parte, Casacuberta consideró que “es opresivo que tu origen tenga que definir tu comportamiento”.
El voto que el alma pronuncia
La coyuntura política no pudo escapar de este panel; el voto de los uruguayos en el exterior también estuvo arriba de la mesa. “El voto consular es la posibilidad de ejercer los derechos civiles y políticos”, aseveró España. Casacuberta afirmó que Uruguay ignora su propia realidad al prohibir el voto consular, y Supervielle –que vota en Francia– dijo que “el contacto político” es uno de los que más prevalecen al estar en el exterior. Esta discusión dio paso a una más filosófica, en la que Casacuberta cuestionó el concepto de ciudadanía: “Dónde nacés es un accidente”, dijo. Cattoi también introdujo la “nación como una construcción”, a lo que se sumó la reflexión de España de que “la noción de patria puede aislar o puede construir”. En la misma sintonía, esta última señaló que “en Uruguay la política migratoria es dar la cédula de identidad, pero no hay un plan migratorio”, lo que resulta en que los migrantes terminen siendo “ciudadanos de segunda categoría”.
Por su parte, Casacuberta propuso la idea de “comunidad” en vez de la de “nación” y planteó que “Uruguay debe celebrar la inmigración pero también facilitarla”. A modo de conclusión, España expuso la idea de “apropiarse de los relatos de patria para construir la igualdad utópica”.
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